“No es fácil tomar como tema la prostitución sin caer en el morbo o el sentimentalismo. Alejandra Corral lo logra mediante un lenguaje plástico que combina el collage, la frialdad de los ambientes y el tratamiento científico de los cuerpos. Se manifiesta así la esencia desnuda de cualquier relación laboral: cambiar vida por dinero.” José María Parreño
Pasar a caminar sobre dos patas (desde entonces pies) dio lugar a que las crías humanas nacieran tan inmaduras que precisaban unos cuidados intensivos, que sólo podía ofrecer una madre despreocupada de su propia supervivencia. Necesitaba que la mantuviera un cazador, y lo conseguía intercambiando disponibilidad sexual por proteínas. De ahí surge la fidelidad de la pareja y, con el tiempo, los sonetos a Laura de Petrarca, El beso de Rodin… y Los puentes de Madison.
Como vemos, la aparición de una economía sexual es previa a la de una moral sexual. Incluso en el siglo XX, una visión económica sigue siendo útil: el extraordinario estudio del economista Richard Posner Sex and Reason (1992) analiza por ejemplo las diferencias entre la esposa y la prostituta en términos puramente económicos, con conclusiones escandalosas tanto para moralistas como para economistas.
Alejandra Corral, alias Kuska, aborda la temática de la feminidad en su aspecto más radical. Para la serie de prostitutas que se puede ver hoy en la galería, los cuerpos de las mujeres, siempre blancos, están estructurados por un entramado de líneas negras que los convierten en rompecabezas o extrañas muñecas articuladas. Instaladas en un decorado compuesto por ciudades o interiores modernos, con algo de comic y un toque naïf, deambulan en una soledad misteriosa. Se trata de una ciudad nocturna, con un edificio de líneas rectas, o bien de un cuarto de baño y sus muros alicatados o de un cuarto de dormir. La representación y los colores utilizados parecen de una gran ingenuidad y juegan con una iconografía muy ilustrativa. Los collages hechos de recortes de fotografías o de elementos impresos, aportan un volumen, una segunda capa, que transforman la obra en un escenario de teatro. Estos decorados y líneas que los estructuran, convierten los papeles en cajas en las cuales los personajes se encuentran atrapados. No vemos sus rostros, más bien sus espesas cabelleras. La captura y la interpretación de la realidad son muy personales, femeninas y particulares. Se crea una tensión entre la ingenuidad de la representación formal y la dureza del tema. Pero a medida que vamos avanzando por la obra, descubrimos un sentido del humor particularmente agradable.
No es normal encontrar a un economista presentando una exposición de pintura contemporánea. Se nos suele considerar personas grises y aburridas, dedicadas a realizar dudosos apuntes contables, estudios de marketing o a seleccionar carteras bursátiles, en el mejor de los casos. Cuando las cosas empeoran, nuestra falta de imaginación para resolver problemas económicos reales es alarmante. Dadas tantas limitaciones imaginativas, ¿cómo un economista puede ser la inspiración de cualquier manifestación artística? Bueno, pues algunos los son, y mucho, en la obra de Alejandra Corral.
Su obra, dedicada al submundo de la prostitución femenina, se inspira fundamentalmente en la obra de Richard Posner, Sex and Reason publicada en 1992. Aunque discutir sobre economía sea su hábitat natural, Posner no es economista de formación, sino juez en la Corte de Apelaciones de Chicago, profesor asociado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago y uno de los principales exponentes del movimiento relacionado con el análisis económico del derecho. Su bibliografía es inmensa – seguramente es el jurista más citado de todos los tiempos – y cuando uno asiste a alguna de sus conferencias, tiene la impresión de encontrarse con la versión adulta de aquel compañero de clase que se sentaba en la primera fila y respondía sin titubear a todas las preguntas del maestro.